La Secretaría de Ambiente autorizó reanudar la silvestría sin haber hecho los estudios de impacto ambiental. Es un proyecto financiado por la Nación desde 2012 y que ha tenido diversos problemas para cumplir con sus metas.
En octubre será retomada la silvestría o esquila de guanacos en la reserva natural de La Payunia, Malargüe, luego de su suspensión en 2014. Si bien es una buena noticia en sí misma para los puesteros de la zona, desató una puja política en torno a la continuidad de este proyecto que incluyó desde el ministro de Ciencia y Técnica de la Nación, Lino Barañao, hasta el gobernador Alfredo Cornejo, pasando por investigadores del Conicet, la Secretaría de Ambiente y el Municipio. La sangre no llegó al río, pero quedó claro que en una controversia entre la opinión técnica y la política, prevalece la última.
El proyecto comenzó a gestarse en 2012 y tiene como objetivo el desarrollo sustentable en torno a la lana del guanaco, cuya mayor población del mundo vive en la reserva natural malargüina.
Está financiado por el Fondo Argentino Sectorial, del Ministerio de Ciencia y Técnica para consorcios público-privados, destinados a productores locales de fibra fina de camélidos.
En 2014 se inauguró una hilandería en La Salinilla, un pueblo del departamento sureño donde podrían procesarse cerca de 150 kilos de lana en 10 días, tarea que manualmente lleva unos tres meses para un solo kilo.
Lógicamente que una vez obtenida la fibra había que completar la cadena de valor con tejedores que pudieran hacer un producto comercializable, que es muy apreciado en el mercado de lanas orgánicas, como lo es, por ejemplo, la lana de vicuña. Sin embargo, esta etapa no llegó a desarrollarse del todo y es donde nacen los cuestionamientos, porque si no hay llegada al mercado, no parecer útil seguir con la esquila. Incluso existe un informe técnico que da cuenta de que la hilandería tiene en stock de lana que aún no ha sido consumido.
Por otra parte, el tiempo del financiamiento está por caducar, ya que se extendía sólo por cuatro años, durante los cuales había que demostrar que era posible cumplir con los objetivos.
Aquí es donde empieza la pelea política, cuyo principal escenario se dio en la Secretaría de Ambiente durante la semana pasada, porque es allí donde debía hacerse cumplir la ley 7.308/04 de protección de la fauna silvestre, que establece para este tipo de explotaciones evaluaciones de impacto ambiental, más dictámenes de otros dos ministerios (de Economía y de Desarrollo Social) para conocer si realmente la silvestría de guanacos es sustentable desde esos tres puntos de vista. De hecho, un dictamen de la propia secretaría comandada por Humberto Mingorance establece que la evaluación de impacto ambiental dada por el gobierno anterior de manera permanente al proyecto, siempre que no cambien las condiciones en las que se hace la silvestría, no es ilegal. Pero advierte de que en la actualidad no se sabe con certezas cuáles son esas condiciones y por eso son necesarios los análisis respectivos, según lo expresado en el expediente 1104-D- 03873-16.
El problema es que no hay tiempo material para hacer dichos estudios, ya que la esquila de los guanacos salvajes debe hacerse en octubre.
Por eso, cuando desde el Conicet se enteraron de las peticiones de Ambiente, pusieron en marcha los contactos políticos para que el ministro Barañao intercediera ante el gobernador Cornejo en busca de agilizar la resolución que los autorizara a seguir, a lo que el Gobierno accedió finalmente luego de una caliente teleconferencia realizada el miércoles pasado con los miembros del consorcio. En ella algunos funcionarios fueron duramente fustigados porque hubo algunas demoras respecto a los pedidos y porque se trata de un proyecto social.
Finalmente se resolvió que "se apoyará al proyecto, sujeto a que se profundicen los estudios a posteriori y queda supeditada su continuidad", explicó el jefe de Gabinete de Ambiente, Eduardo Sosa.
Qué dicen en Malargüe
Jorge Tieppo, secretario de Hacienda y Producción de Malargüe, detalló que existía poca información sobre el proyecto en la Comuna cuando se hicieron cargo de la gestión y que pronto empezaron a entender que todo el desarrollo había sido manejado entre la capital mendocina y Buenos Aires, o al menos es lo que podía verse en el flaco expediente hallado al respecto, siendo que proveen recursos como movilidad y agua para que se pueda trabajar en una zona bastante inhóspita.
"La verdad es que parece más un proyecto de investigación científica que productivo. Es bueno, los trabajos que han hecho desde el Conicet son excelentes, pero también es cierto que no tenemos muchos datos sobre cuáles son sus beneficios, cómo impacta en la zona, a cuántas familias de puesteros incluyen, etcétera. Por eso creo que desde Ambiente tienen razón en pedir los estudios, pero también creo que accedieron a darle otra oportunidad al proyecto. Por eso vamos a hacer la silvestría este año y así mediremos sus alcances. Si no es sustentable, habrá que mirar hacia otro lado, hacia las cabras y las ovejas", opinó el funcionario.
Además informó que hoy comenzarán a colocar las mangas para atrapar a los guanacos silvestres que serán esquilados.
El proyecto comenzó a gestarse en 2012 y tiene como objetivo el desarrollo sustentable en torno a la lana del guanaco, cuya mayor población del mundo vive en la reserva natural malargüina.
Está financiado por el Fondo Argentino Sectorial, del Ministerio de Ciencia y Técnica para consorcios público-privados, destinados a productores locales de fibra fina de camélidos.
En 2014 se inauguró una hilandería en La Salinilla, un pueblo del departamento sureño donde podrían procesarse cerca de 150 kilos de lana en 10 días, tarea que manualmente lleva unos tres meses para un solo kilo.
Lógicamente que una vez obtenida la fibra había que completar la cadena de valor con tejedores que pudieran hacer un producto comercializable, que es muy apreciado en el mercado de lanas orgánicas, como lo es, por ejemplo, la lana de vicuña. Sin embargo, esta etapa no llegó a desarrollarse del todo y es donde nacen los cuestionamientos, porque si no hay llegada al mercado, no parecer útil seguir con la esquila. Incluso existe un informe técnico que da cuenta de que la hilandería tiene en stock de lana que aún no ha sido consumido.
Por otra parte, el tiempo del financiamiento está por caducar, ya que se extendía sólo por cuatro años, durante los cuales había que demostrar que era posible cumplir con los objetivos.
Aquí es donde empieza la pelea política, cuyo principal escenario se dio en la Secretaría de Ambiente durante la semana pasada, porque es allí donde debía hacerse cumplir la ley 7.308/04 de protección de la fauna silvestre, que establece para este tipo de explotaciones evaluaciones de impacto ambiental, más dictámenes de otros dos ministerios (de Economía y de Desarrollo Social) para conocer si realmente la silvestría de guanacos es sustentable desde esos tres puntos de vista. De hecho, un dictamen de la propia secretaría comandada por Humberto Mingorance establece que la evaluación de impacto ambiental dada por el gobierno anterior de manera permanente al proyecto, siempre que no cambien las condiciones en las que se hace la silvestría, no es ilegal. Pero advierte de que en la actualidad no se sabe con certezas cuáles son esas condiciones y por eso son necesarios los análisis respectivos, según lo expresado en el expediente 1104-D- 03873-16.
El problema es que no hay tiempo material para hacer dichos estudios, ya que la esquila de los guanacos salvajes debe hacerse en octubre.
Por eso, cuando desde el Conicet se enteraron de las peticiones de Ambiente, pusieron en marcha los contactos políticos para que el ministro Barañao intercediera ante el gobernador Cornejo en busca de agilizar la resolución que los autorizara a seguir, a lo que el Gobierno accedió finalmente luego de una caliente teleconferencia realizada el miércoles pasado con los miembros del consorcio. En ella algunos funcionarios fueron duramente fustigados porque hubo algunas demoras respecto a los pedidos y porque se trata de un proyecto social.
Finalmente se resolvió que "se apoyará al proyecto, sujeto a que se profundicen los estudios a posteriori y queda supeditada su continuidad", explicó el jefe de Gabinete de Ambiente, Eduardo Sosa.
Qué dicen en Malargüe
Jorge Tieppo, secretario de Hacienda y Producción de Malargüe, detalló que existía poca información sobre el proyecto en la Comuna cuando se hicieron cargo de la gestión y que pronto empezaron a entender que todo el desarrollo había sido manejado entre la capital mendocina y Buenos Aires, o al menos es lo que podía verse en el flaco expediente hallado al respecto, siendo que proveen recursos como movilidad y agua para que se pueda trabajar en una zona bastante inhóspita.
"La verdad es que parece más un proyecto de investigación científica que productivo. Es bueno, los trabajos que han hecho desde el Conicet son excelentes, pero también es cierto que no tenemos muchos datos sobre cuáles son sus beneficios, cómo impacta en la zona, a cuántas familias de puesteros incluyen, etcétera. Por eso creo que desde Ambiente tienen razón en pedir los estudios, pero también creo que accedieron a darle otra oportunidad al proyecto. Por eso vamos a hacer la silvestría este año y así mediremos sus alcances. Si no es sustentable, habrá que mirar hacia otro lado, hacia las cabras y las ovejas", opinó el funcionario.
Además informó que hoy comenzarán a colocar las mangas para atrapar a los guanacos silvestres que serán esquilados.
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